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Consecuencias emocionales del Coronavirus

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Son muchos los mensajes que estoy recibiendo preguntándome si lo que están sintiendo es normal. Para empezar, la situación que estamos viviendo no es la normal para ninguno de nosotros. A todos nos resultan difíciles los cambios, aún cuando son para mejorar, necesitamos un tiempo de adaptación. A todos nos cuesta mucho vivir en la incertidumbre porque con ella, los pensamientos negativos se desatan y estos, siempre, vienen de la mano de sentimientos dañinos. A todos nos va a afectar el aislamiento. Con el paso de los días nuestro ánimo va a ir disminuyendo y, quizá, sintamos apatía y falta de ilusión. A todos nos visitará el miedo en algún momento del día y, en unos días, podrá venir acompañado del llanto. Todos, en los próximos días, vamos a experimentar emociones de un modo más fuerte de lo habitual, también vamos a estar más atentos a ellas. Todos tenemos que canalizar esas emociones que nos llegan de una manera sana porque ahora, más que nunca, neces

Pandemia emocional

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En los últimos días se discuten en los medios las fuertes consecuencias que puede  provocar el coronavirus. Sin embargo, no se deben subestimar las consecuencias  psicológicas que genera esta alarma.  La sobreinformación puede provocar en algunas personas la excesiva preocupación a  enfermar. Para controlar este miedo: ·          Acepta el miedo. Utiliza el miedo solo como una herramienta para motivarte y  motivar a otros a incorporar rutinas de autocuidado.  ·            Es razonable sentir temor frente a la posibilidad de contagiarse, pero si el  miedo se vuelve muy intenso e irracional, nos paraliza y podemos realizar  actividades contraproducentes. ·            Infórmate, pero de fuentes serias y evita el interés excesivo por las  informaciones alarmistas. ·          No participes en conversaciones donde cada uno aporta los datos que ha oído.      rocioriverolopez@mail.com

En mis manos

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No puedo impedir que te lleves toda mi fuerza física, pero no vas a tocar mi mente, ni  mi corazón, ni mi esperanza, ni mi seguridad, ni mis promesas, ni mis ilusiones, etc. No voy a renunciar a seguir amando a mis seres queridos, a continuar trabajando con el  mismo deseo de siempre, a sonreír, al calor del sol, a la frescura del invierno. Voy a   seguir bailando aunque no me permitas oír ninguna canción. Te pido que me enseñes a sentir cada día como una fecha especial, como si fuera único e  irrepetible. Sé que vas a sacar lo mejor de mí, que me harás tomar perspectiva y, también, más  riesgos de los que tomé hasta ahora. En todo momento recordaré la frase de Séneca: “El deseo de sanarse   siempre ha sido  la mitad de la sanación”. #DíaMundialContraelCáncer   rocioriverolopez@gmail.com

Avanzar, cambiar, decidir...

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  Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una   breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la    importancia de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades   de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.   Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja   y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin   calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y   le pregunto: ¿Si en este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de  comercios, cómo hace usted y su familia para sobrevivir aquí? El señor calmadamente respondió: amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da  varios litros de leche todos los días.   Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros   alimenticios en la ciudad vecin

Las tres rejas

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El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice: - Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia..... - ! Espera! - lo interrumpe el filosofo - ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? - ¿Las tres rejas? - Si. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? - No. Lo oí comentar a unos vecinos. - Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad . Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?. - No, en realidad no. Al contrario... - ! Ah, vaya! La última reja es la necesidad . ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? - A decir verdad, no. - Entonces, dijo el sabio sonriendo - Si no sabemos si es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido. Estas rejas nos ayudan a valorar si merece la pena prestarle atención a todo lo que se  cuenta. De todas las cosas que llegan